¡Yo también quiero ser danés!
El Gran Guía de la CEOE, en familia El Guía supremo de los empresarios españoles, que en castellano es sinónimo de sinvergüenza como todo dios aprende desde que empieza a currar o a intentarlo, es un claro reflejo, un arquetipo, del modelo feudal atávico que domina sus arcaicas neuronas y bolsillos, que diría el profe Manel Delgado. El otro día, en todas las teles, nos dejaron unos "segundos de placentera realidad socioeconómica hispana", contemplando como calificaban certeramente a Díaz Ferrán con los más entrañables piropos sangunderos: ¡Hijoputacabrón!, como en las tragedias griegas, los metecos e ilotas a coro. No es de extrañar que el Guía de los excelsos patronos ibéricos de bellota sea tal cual. Ya decía Confucio -Kung Fu Tseu- que el rey tenía, como razón básica de su existencia, que ser un modelo a seguir por todos los ciudadanos. En clara lógica y consecuencia, los que quisieran ser reyes aquí, actúan según la ética a que el franquismo y su herede...