Autos de fe y barbarie identitaria
Copenhaguen y la diosa Freya, madre de la tierra, la agricultura y los viernes germánicos, en su carro tirado por toros. El turista no pasa, como todos, de palomo.
En este corral, donde los inquisidores aún arrastran a los tribunales a periodistas con los mismos argumentos inteligentes con que se quemó a Giordano Bruno o se quemaba a las viudas acusadas de brujería para robarles las propiedades y repartirlas entre inquisidor y señor feudal, un sector de la población catalana pretende dejar la Edad Media y el Viejo Régimen para entrar en la Ilustración, aunque sea más de dos siglos después que aquella lejana Europa.
El objetivo, acabar con las corridas de toros, símbolos de los héroes de la antigua diosa madre y víctimas propiciatorias, sustitutorias de los vencidos, en hecatombes, holocaustos y taurobolias, de los señores patriarcales que dominan la católica Europa desde la erupción de Thera-Santorini (1625 ane.) y la hegemonía de carios y aqueos sobre los pueblos mediterráneos supervivientes.
Al mismo tiempo, los siervos del negocio sangriento y amantes del sacrificio ajeno franceses, 22 senadores, 67 diputados y 43 alcaldes, más el presidente del Conseil General de los Pirineos Orientales -que fue expulsado del PSF por sus declaraciones y ha sido elegido por las bases para cabreo de la jefa Aubry-, han decidido pedir a la UNESCO la inscripción de la "cultura taurina" entre el "patrimonio inmaterial de la organización".
Todo en defensa de la incultura neolítica europea y cristiana que pervive por antonomasia entre las élites del sector empresarial, para quienes la vida del trabajador, o su malvivir de superviviente, alcanza la sublimación y el éxtasis orgiástico en la catarsis colectiva de una masa que lincha y se desborda, expresando sus instintos más atávicamente degenerados y primitivos, aceptando la sumisión de toda vida a un destino implacable prefijado por el nacimiento: esclavitud resignada o, a poder ser, letal accidente laboral, del que a nadie entre la morralla villana debería permitírsele escapar, para así ahorrar en pensiones y otros gastos inútiles a las buenas gentes.
Al mismo tiempo, los siervos del negocio sangriento y amantes del sacrificio ajeno franceses, 22 senadores, 67 diputados y 43 alcaldes, más el presidente del Conseil General de los Pirineos Orientales -que fue expulsado del PSF por sus declaraciones y ha sido elegido por las bases para cabreo de la jefa Aubry-, han decidido pedir a la UNESCO la inscripción de la "cultura taurina" entre el "patrimonio inmaterial de la organización".
Todo en defensa de la incultura neolítica europea y cristiana que pervive por antonomasia entre las élites del sector empresarial, para quienes la vida del trabajador, o su malvivir de superviviente, alcanza la sublimación y el éxtasis orgiástico en la catarsis colectiva de una masa que lincha y se desborda, expresando sus instintos más atávicamente degenerados y primitivos, aceptando la sumisión de toda vida a un destino implacable prefijado por el nacimiento: esclavitud resignada o, a poder ser, letal accidente laboral, del que a nadie entre la morralla villana debería permitírsele escapar, para así ahorrar en pensiones y otros gastos inútiles a las buenas gentes.
Después de ver las imágenes de lapidaciones y ejecuciones en la Somalia que los USA programaron y prepararon cuidadosamente, con Inglaterra y demás "civilizados", financiando asesinos y bombardeando hospitales o universidades peligrosas y subversivas, a fin de disponer de atún barato, se comprende la afición de las aristocracias y burguesías ancladas en taras anacrónicas que se defienden y argumentan razones culturales cuando son, precisamente, una flagrante muestra de inhumanidad, incultura, salvajismo y crueldad.
Es un aviso directo y claro a navegantes ilusos de que no hay justicia sino sólo castigo ante la insumisión, la razón, la vindicación, la justa protesta y la rebelión ante la arbitrariedad, contra el gobierno de la corrupción y el clientelismo mafioso y caciquil sobre el que se levanta el edificio de sociedades aún tribales, jerarquizadas por el parentesco y no por la competencia y los méritos personales.
Si matar un toro es cultura, ¿lo era el garrote vil, regalo de Fernando VII, el reyezuelo traidor, a su esposa Maria Luisa? ¿Por qué extraña razón se prohibió un acto cultural que tan bien refleja la naturaleza de la bondad real borbónica y las buenas costumbres de la sociedad hispana?
¿Y la magnificencia y boato de los autos de fé, con sus largas filas de coloreados cardenales, obispos, curas y demás gentuza aristocrática gozando jubilosos por el magnífico acto de justicia divina que supone torturar inocentes hasta que juren su culpabilidad en cualquier delito y rematarlo luego ante la multitud que grita aliviada porque, esta vez, no les ha tocado a ellos?
¿Y la horca, tan pendulante e inglesa como poco contaminante?
¿O la guillotina, tan aristocrática y francesa, aunque polucione y ensucie mucho?
Uno pensaba que cultura era conocimiento y que no hacía falta ver un sólo tribunal para saber que justicia es sinónima de enchufe, y que independencia judicial significa que cada loco tiene patente para aplicar la ley como le apetezca, perseguir a la población decente, prevaricar a favor de los amigos o erigirse en iluminado interpretador de los designios de los dioses muertos.
Ahora, además, nos quieren hacer tragar que la ignorancia y el salvajismo de los amorales es algo a preservar bajo el rótulo de cultura, cuando es sólo sadismo, salvajismo y negocio.
Es un aviso directo y claro a navegantes ilusos de que no hay justicia sino sólo castigo ante la insumisión, la razón, la vindicación, la justa protesta y la rebelión ante la arbitrariedad, contra el gobierno de la corrupción y el clientelismo mafioso y caciquil sobre el que se levanta el edificio de sociedades aún tribales, jerarquizadas por el parentesco y no por la competencia y los méritos personales.
Si matar un toro es cultura, ¿lo era el garrote vil, regalo de Fernando VII, el reyezuelo traidor, a su esposa Maria Luisa? ¿Por qué extraña razón se prohibió un acto cultural que tan bien refleja la naturaleza de la bondad real borbónica y las buenas costumbres de la sociedad hispana?
¿Y la magnificencia y boato de los autos de fé, con sus largas filas de coloreados cardenales, obispos, curas y demás gentuza aristocrática gozando jubilosos por el magnífico acto de justicia divina que supone torturar inocentes hasta que juren su culpabilidad en cualquier delito y rematarlo luego ante la multitud que grita aliviada porque, esta vez, no les ha tocado a ellos?
¿Y la horca, tan pendulante e inglesa como poco contaminante?
¿O la guillotina, tan aristocrática y francesa, aunque polucione y ensucie mucho?
Uno pensaba que cultura era conocimiento y que no hacía falta ver un sólo tribunal para saber que justicia es sinónima de enchufe, y que independencia judicial significa que cada loco tiene patente para aplicar la ley como le apetezca, perseguir a la población decente, prevaricar a favor de los amigos o erigirse en iluminado interpretador de los designios de los dioses muertos.
Ahora, además, nos quieren hacer tragar que la ignorancia y el salvajismo de los amorales es algo a preservar bajo el rótulo de cultura, cuando es sólo sadismo, salvajismo y negocio.
Es como la cumbre de Dinamarca, con su burocracia incompetente, la brutal represión policial y detenciones ¡preventivas!, sumado al clasismo de una sociedad pretendidamente modélica y ejemplar pero que, como todas las germánicas, esconde las vergüenzas en los viejos guetos, adormecidas las conciencias en tufo de autocomplacencia y autosatisfacción aristocrática emanante de su ombligo: eje del mundo.
Se esconden las cada día más evidentes diferencias e injusticias sociales, de la Europa que se expuso como modelo de lentejuelas ante la URSS, ahora que creen que todo lo han ganado, tras un decorado de aparente orden y eficiencia que no es más que fascismo absolutista, estado policial, farsa democrática, escaparate y tramoya barata de un sistema podrido y sostenido por gentuza inmoral, necia e hipócrita que sólo defiende el sistema porque sin él no sería nada.
El egoismo de los plutócratas y la manipulación de sus siervos ha convertido el diálogo político en un concilio de tahures donde las diplomáticas razones son del tipo: "Cuidado con hablar con Irán, ¡atenerse a las consecuencias!, de una indecente sionista, de demostrada incompetencia, inmoralidad y estupidez congénita familiar. Si ésa es la diplomática sensibilidad femenina, ¿cómo ha de ser la del amo macho que tanto puede?
Luego pasa como con el Tigre de Madera que hacía de golfista y se vendía como beato. Ahora que el Tiger se sabe que celebraba su grandeza pagando los servicios de señoras liberadas con mucha pasta por un par de horas, ¿se escandalizan de que fuera un golfo? ¿O porque, en vez de hacerlo por la jeta, pagaba?
Para concluir, tal como está este corralito, sólo nos falta una guerra con China por culpa de los matatoros, su descerebrada afición y su imbecilidad ilimitada:
"Los defensores de animales decidieron lanzar una ofensiva contra las webs oficiales chinas después de que el diario español ABC informara citando a un torero que se planea realizar corridas de toros de forma regular en el centro de la cultura española que se construye junto a la Gran Muralla".
"A pesar de que China no confirmara esta información, la acusación está hecha y ya se prepara un castigo que no merecemos", lamentó el interlocutor de RIA Novosti, quien precisó que en el territorio chino se celebró sólo una corrida de toros, en 2004, en Shanghai".
Se esconden las cada día más evidentes diferencias e injusticias sociales, de la Europa que se expuso como modelo de lentejuelas ante la URSS, ahora que creen que todo lo han ganado, tras un decorado de aparente orden y eficiencia que no es más que fascismo absolutista, estado policial, farsa democrática, escaparate y tramoya barata de un sistema podrido y sostenido por gentuza inmoral, necia e hipócrita que sólo defiende el sistema porque sin él no sería nada.
El egoismo de los plutócratas y la manipulación de sus siervos ha convertido el diálogo político en un concilio de tahures donde las diplomáticas razones son del tipo: "Cuidado con hablar con Irán, ¡atenerse a las consecuencias!, de una indecente sionista, de demostrada incompetencia, inmoralidad y estupidez congénita familiar. Si ésa es la diplomática sensibilidad femenina, ¿cómo ha de ser la del amo macho que tanto puede?
Luego pasa como con el Tigre de Madera que hacía de golfista y se vendía como beato. Ahora que el Tiger se sabe que celebraba su grandeza pagando los servicios de señoras liberadas con mucha pasta por un par de horas, ¿se escandalizan de que fuera un golfo? ¿O porque, en vez de hacerlo por la jeta, pagaba?
Para concluir, tal como está este corralito, sólo nos falta una guerra con China por culpa de los matatoros, su descerebrada afición y su imbecilidad ilimitada:
"Los defensores de animales decidieron lanzar una ofensiva contra las webs oficiales chinas después de que el diario español ABC informara citando a un torero que se planea realizar corridas de toros de forma regular en el centro de la cultura española que se construye junto a la Gran Muralla".
"A pesar de que China no confirmara esta información, la acusación está hecha y ya se prepara un castigo que no merecemos", lamentó el interlocutor de RIA Novosti, quien precisó que en el territorio chino se celebró sólo una corrida de toros, en 2004, en Shanghai".
Azagra nos felicita: El que avisa...!
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