Hollande buscará votos en la extrema derecha : ¿Quién quiere a Marine Le Pen?
Francia es extraña, como cualquier gran Estado con enorme población y desarrollo y un grueso tronco histórico-cultural de amores y desengaños, entre franceses voluntarios y franceses a la fuerza.
Fruto del caos y la demagogia entre las políticas -de derechas o izquierda- y los políticos que pregonan unas y hacen otras, inventando argumentos sobre falacias que el vulgo no acierta ni atisba a entender y que se repiten al buen estilo de los maestros nazis hasta que se asumen como reflejo condicionado o como dogma inapelable por parte de esa población iletrada, se viaja en un lento naufragar a la deriva, creyendo a pie juntillas que sus intereses son los de sus enemigos.
Fruto del caos y la demagogia entre las políticas -de derechas o izquierda- y los políticos que pregonan unas y hacen otras, inventando argumentos sobre falacias que el vulgo no acierta ni atisba a entender y que se repiten al buen estilo de los maestros nazis hasta que se asumen como reflejo condicionado o como dogma inapelable por parte de esa población iletrada, se viaja en un lento naufragar a la deriva, creyendo a pie juntillas que sus intereses son los de sus enemigos.
En el Front National de Marine Le Pen, heredera de cargo a través de su idem paterno en una buena muestra de lo que hay detrás de sus siglas, se juntan la Francia imperialista y militar de Líbia, Líbano, Síria, Mali, Túnez, Mauritania, Argelia, etc., con los lectores de Paris Match y nostálgicos de esas ceremonias monárquicas tan de élite que ellos celebran en privado, y, como no, adoradores de las magníficas ceremonias ultracatólicas en latín de Lefevre o, si no hay más remedio, en francés.
Y el aparato militar-católico-aristocrático es largo y bien documentado en Francia, donde la genealogía es una afición extendida.
Como lo es el de franceses a la fuerza, víctimas de aquel imperio cuyos mayoritariamente ineptos mandos militares apenas supieron jamás preservar lo que tenían. Desde los orgullosos Pieds Noirs argelinos hasta los corsos o bretones, occitanos y gascones, la lucha entre el jacobinismo centralista Capeto y parisino (titi) y los intentos de sus comunidades por recuperar, mantener y gozar sus culturas propias es, como aquí, una visión de derechas contra la de izquierdas. Todo ello nutre al Front National, como reanimación de aquella Francia de Vichy, siempre dispuesta a pactar en el último momento para conservar la dignidad del militar de Dien Bien Phu o Verdun: derrotado, masacrado y humillado por una caterva de ineptos aristócratas, pero cantando con lagrimones La Marsellesa y gritando Vive La Republique con todas las hormonas mientras se ahoga en Dunkerke!
Y una inmigración no católica que compite con su puesto de trabajo es para los Juan@s de Arco la aceptación de la derrota ante el infiel, el Príncipe Negro y Bertran Duguesclin, el normando mata Trastamaras de Saint Michel. Y ante Saladino, ¡por San Luis!
Y una inmigración no católica que compite con su puesto de trabajo es para los Juan@s de Arco la aceptación de la derrota ante el infiel, el Príncipe Negro y Bertran Duguesclin, el normando mata Trastamaras de Saint Michel. Y ante Saladino, ¡por San Luis!
Pero, como pasa con los votantes de derecha en general, lo cierto es que los intereses de ese 17%, o los de la mayor parte de votantes de Sarkozy, Eve Joly (Europe Ecologie de Cohn Bendit, que no es de izquierdas ni de derechas pero vota con la derecha) o Bayrou -el que va de centrista como si se pudiera nadar y guardar la ropa- harían mejor para sus propios intereses votando a Hollande, que dividirá mejor el pastel por huebos (con b: "por necesidad"), que las tortillas sin huevos que propone la derechona bancaria a las órdenes del Deutsche Reich Bank de la contable tacaña Merkel para el personal que no vive de rentas ni de lo que roba o trafica.
Por eso cuando algunos gritan sobre esa extrema derecha francesa, que canta a lo nazi y viste a los años 40, han de ver la misma correlación con esa extrema derecha que vota PP porque no hay Fuerza Nueva, y sin la que el PP no ganaría ni con la ley electoral y las 17 taifas que se inventaron en aquella transición bendita por Hola y Lecturas.
Pero en el caso de Francia, como en Cataluña, lo que prima a la postre es la pela. Y esa va ligada a subvenciones, proteccionismos y otros tejemanejes que la derecha toda maneja bien, con experiencia demostrada. Y ante el túnel de la miseria, quien paga, manda.
Ahí les dejo con los comentarios de François Hollande, sobre ese voto que él reclama para la segunda vuelta y que Sarkozy viene camelando desde que se subió -para que se le viera- de pies sobre el trono imperial del hexágono.
El candidato socialista François Hollande manifestó hoy en un discurso en Bretaña (noroeste de Francia) su intención de buscar los votos de la extrema derecha para imponerse en la segunda vuelta contra el presidente saliente Nicolas Sarkozy."Es conveniente ir a buscar a otros electores que ya no saben muy bien dónde están, porque el quinquenio que acaba de concluir ha trastocado un cierto número de certezas y ha creado tanta desilusión y tanta desesperanza", declaró el candidato a la presidencia francesa en la ciudad de Kemper (fr. Quimper), en su primer mitin desde la primera vuelta celebrada el domingo.
El candidato socialista François Hollande manifestó hoy en un discurso en Bretaña (noroeste de Francia) su intención de buscar los votos de la extrema derecha para imponerse en la segunda vuelta contra el presidente saliente Nicolas Sarkozy."Es conveniente ir a buscar a otros electores que ya no saben muy bien dónde están, porque el quinquenio que acaba de concluir ha trastocado un cierto número de certezas y ha creado tanta desilusión y tanta desesperanza", declaró el candidato a la presidencia francesa en la ciudad de Kemper (fr. Quimper), en su primer mitin desde la primera vuelta celebrada el domingo.
"Estoy pensando, aquí en Bretaña, en esos hombres y mujeres que ya no
saben a quién mirar y se han ido con los malos vientos del voto
extremo", añadió, en referencia a los votantes de Marine Le Pen (extrema
derecha), que obtuvo un resultado histórico con 17,9% de los votos en
la primera vuelta.
"Debemos escucharlos, en muchos casos son obreros que no saben cómo será
el mañana, son jubilados que no pueden más, agricultores que temen por
la supervivencia de su explotación, incluso jóvenes (...) yo entonces
debo hablarles a todos", añadió Hollande, ante unas 2.000 personas.
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