La tortura gratis, los tartazos 6 años: Sobre autoridades sin vergüenza y plebeyos insolentes
En una democracia todos los ciudadanos son iguales ante la ley, lo que se denomina Isotemía. En España hay aún necios y sinvergüenzas que hablan de democracia. Una sola muestra. Mientras fascistas con porra agreden y detienen a niñ@s y adolescentes que pasan frio en Valencia y osan quejarse y reclamar a la banda de mafiosos que la gobiernan y la prean:

Hasta ahora, estaban imputados los miembros de la plataforma contra la construcción del Tren de Alta Velocidad Mugitu! Ibon García Garrido, de 32 años; Julio Martín Villanueva, de 53, y Gorka Ovejero, de 38, por un "delito contra la autoridad" penado con entre 4 y 6 años de cárcel y
multa de seis a doce meses al tratarse de un "miembro del Consejo de Gobierno de una comunidad autónoma".

Albert Ordóñez, es un estudiante de grado medio de integración social que a sus veintipocos años compatibiliza sus estudios con la dirección de la federación valenciana de estudiantes de enseñanzas medias (Faavem). El jueves pasado —el segundo día de refriegas y cargas policiales contra los estudiantes del instituto público Lluís Vives de Valencia por la detención el día anterior de un alumno menor de edad— entró en galeras detenido y esposado a las 2.10 de la tarde y salió el viernes a las 10.30 de la noche. “Pasé treinta horas en el calabozo”, denuncia.
“Cuando me detuvieron me dieron tres o cuatro puñetazos en la boca”, relata, minutos antes de la concentración del lunes en el Lluís Vives, que ha derivado en el cuarto día de cargas policiales contra los estudiantes.
A partir de ahí todo fue confusión, aislamiento y ocho estudiantes detenidos en la misma celda. Los dos menores salieron esa noche. “No nos dieron ni de beber”. Por la mañana, les ofrecieron zumo de melocotón y galletas. “Soy alérgico al melocotón y pedí agua”. La respuesta de los agentes que tajante: ‘Esto no es un hotel’. “No podíamos ni ir al baño”.

Cuando lo detuvieron en la calle de Xàtiva, frente al instituto, lo jalonaron de los brazos y lo empujaron. “Para no caerme, cogí al policía de la cadera y del brazo y ahora, además, me acusan de hurto por cogerle la gorra al agente cuando me estaba cayendo”. Albert salió “esposado” hacia el hospital Peset Aleixandre, custodiado con dos policías a quienes “no vi el rostro porque llevaban máscaras”.
Como el carnaval cortesano secular español, un baile de máscaras en una corte de hipócritas.
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