Hace 5 años, desde el desierto, gritábamos: ¿A qué recuerda esta crisis?

En noviembre de 2008 -hace cinco años recalco- publiqué en este blog un artículo dando unos datos sorprendentes -hace unos pocos meses El País lo mencionó pero de nuevo parece que nadie se dió por enterado- que demuestran que la "crisis" actual tiene un precedente exacto, y digo exacto, y en la misma España monárquica borbónica, hace 160 años, con los mismos factores implicados: especulación sobre una construcción llena de corrupciones de los primeros trenes -ahora AVE- y las primeras carreteras -ahora autovías y autopistas-, con la construcción implicada en todos los frentes como las grandes remodelaciones urbanísticas, allá en la España de la restauración monárquica nazionalcatòlica.

Existe un libro sobre el desarrollo de las comunicaciones en España, facsímil, enorme, publicado por Fomento y regalado por Álvarez Cascos a los  funcionarios cuando era jefe de Correos, lo que demuestra que todo ello era harto conocido por los factores de la estafa del PP de Aznar. Allí se explicaba, en un informe oficial de la época y entre cientos de páginas 'curiosas' del siglo pasado, el desastre económico que llevó a la primera República.

Se comenzó con el gran proyecto de ferrocarril nacional, financiado a través de la Bolsa por las empresas adjudicatarias con acciones que subieron disparadas en bolsa indefinidamente, arrastrando con alegría a todos los demás valores y, donde todo el mundo que tenía un duro lo  invirtió, viendo hincharse el globo y creyendo en la infinitud del espacio en el bolsillo. Y a la espera de que, además, el funcionamiento de las líneas acabadas y  las interconexiones de los diferentes trozos listos todavía aumentarían los beneficios a capazos de Gargantua y sus socios de la burguesía borbónica.

Paralelamente, los precios de los inmuebles urbanos, afectados por planes urbanísticos desmesurados y enfocados hacia la burguesía -ver el ensanche barcelonés de Ildefons Cerdá-, multiplicaron los precios de alquileres o de cualquier vivienda y, lógicamente, los precios de los productos básicos de todo tipo. 

Los precios subían en la calle como si todo fuera la fiesta bursátil, y la gente empezó a pasar mucha hambre. El pan subió en porcentajes desaforados mes a mes, y por semanas, los peajes que los arrieros (estamos en 1860!) tenían que pagar -aparte de un muy controlado, casi monopolista y corrupto mercado del trigo, que después se amplió a otros cereales- disparaban los precios de las mercancías de una villa a la vecina. Dado que las cargas no podían ser muy grandes por la inexistencia de caminos adecuados, la suma de cada peaje, tasa de puente (pontazgo), entrada en la villa (portazgo) o de venta en el mercado obligaba a una inflación de precios inaccesibles para el mundo rural y el proletariado urbano, es decir, un 70% largo de la población.

Resultado: la corrupción y la ineficacia de los encargados de hacer los ferrocarriles retrasó e incluso hizo desaparecer en quiebra total las diferentes empresas constructoras de los proyectos. Un ejemplo de la corrupción del sistema: se hacía pasar el tren por las tierras del señor, aristócrata/terrateniente de turno, aunque fuera el peor trayecto, y le pagaban a precio muy por encima del real. En el Casino todos contentos, riendo y viva el rey Carlitos o la reina Isabelita! (que escogía personalmente los miembros de su "guardia", claro que compitiendo con su marido, que también quería mucho a los guardias...).

¡Mientras rey o reina mande, España no cambia de dueños!

De golpe, en la primera quiebra concertada de los grandes banqueros, la bolsa se hundió en un solo día sin freno ni tope alguno, y las empresas pararon las producciones y cerraron puertas en pocos días. Sin pedidos de hierro, las siderúrgicas y el carbón -de sur a norte- heridos de muerte, y todo transporte, incluida la marina mercante y los astilleros, sin trabajo y en la calle.

Los talleres, pequeños y grandes, proveedores del mundo de la vía, se detuvieron en seco y la gente fue despedida en masa, sin derechos ni sindicatos ni cobertura sanitaria o social de ningún tipo. La masa obrera y campesina, sin ahorros de ningún tipo, se quedó sin trabajo ni dinero para pagar los alquileres (entonces, propietarios eran unos pocos y en muchos casos, estaban en manos de la iglesia católica, el mayor propietario de inmuebles de España, Portugal, Italia y Francia, comprobado).

Las casas quedaban vacías, desahuciadas, y los que podían se amontonaban en pisos patera o regresaban al pueblo de origen donde quizás se podía comer. Las letras y la deuda pública eran impagables pues todas las fuentes de ingreso del estado habían quebrado. Las escasas joyas del estado, como las minas de mercurio de Almadén y Rio Tinto, si no habían sido vendidas, se daban en concesiones lesivas para el estado a corporaciones extranjeras, privatizándolas...

Y los obreros, de 8 a 80 años, organizados en asambleas, se echaron a la calle gritando, como 60 años antes: ¡Viva la Pepa! (La Constitución republicana de Cádiz).

Fue el Bienio Revolucionario, que terminó en la 1 ª República y, ésta, con el caballo cabalgado por el burro Pavía por las Cortes y los diputados San Jerónimo abajo..., de ahí la Carrera, supongo...

Pero entonces, en dos años de gobierno republicano acosado a toda hora, ya habían bajado los precios de la vivienda, del pan... ¡Y no veas cómo! Para unos pocos, ¡demasiado! Para los que mandaban y mandan a los caballos y generales Pavía, o que colocan en las Cortes con leyes indecentes y antidemocráticas a sus lacayos: la monarquía fascista borbónica, la del millón de muertos para volver a la poltrona de la que les echaron ya por ladrones en 1931.


De la crisis del ferrocarril a la crisis del ladrillo... y la Primera República

A continuación algunos datos sobre el mito de la deuda sagrada y sus límites según los neoliberales/neofascistas causantes y organizadores de la crisis/estafa:

El País: La deuda pública española ha superado en el primer trimestre de 2012 el listón del 70% del producto interior bruto. La deuda del conjunto de las Administraciones Públicas creció un 13,2% en el último año, hasta situarse en 774.549 millones, lo que supone el 72,1% del PIB, según datos publicados este viernes por el Banco de España.

Ese nivel es el más alto de la historia reciente de España y el mayor, por tanto, de los que figuran en la serie estadística que facilita el Banco de España, que arranca en 1990. Pero la historia es muy larga y la cifra de hoy no es máximo histórico. En realidad, es el nivel más alto desde hace casi un siglo en que se llegó al 162%.

El Fondo Monetario Internacional ha recopilado los datos disponibles de deuda pública de los países que forman parte de la institución. Según su base de datos, el nivel actual de deuda pública es el mayor de los últimos 99 años, en concreto desde el 76,7% en que se situó la deuda pública en el año 1913.
La deuda pública venía reduciéndose desde la crisis de 1898, cuando España perdió sus últimas colonias de Latinoamérica (Cuba y Puerto Rico).

Los gastos de la guerra y la crisis económica posterior habían provocado que la deuda pública ascendiese al 124% del PIB en 1902. Desde ese nivel se fue reduciendo paulatinamente hasta ese 76,7% de 1913, siempre según los datos del FMI.

Pero el mayor nivel de deuda pública registrado por el organismo internacional es el 162% del PIB del año 1880, el primero de los que el FMI tiene en su base de datos (aunque de nuevo no es el máximo histórico absoluto). Ese nivel de deuda pública se alcanzó durante el reinado de Alfonso XII, aunque sin duda la crisis del Bienio Revolucionario fué mucho peor, aunque no hay datos concretos.

El mínimo de la serie del FMI, en cambio, se alcanzó en 1975, con un 7,3% del PIB, tras un periodo de fuerte crecimiento en el que además el Estado apenas proveía de servicios públicos.

Pocos años antes de ese dato del 162%, en 1866 había estallado la peor crisis sufrida por el sistema financiero español en todo el siglo XIX. "La estructura bancaria levantada en un decenio se colapsó. Los investigadores son unánimes en el diagnóstico: la causa principal del desastre residió en la extrema concentración del riesgo crediticio", explican Albert Carreras y Xavier Tafunell en su libro Historia económica de la España contemporánea.

Ambos autores explican que las sociedades de crédito y los bancos de emisión habían volcado sus préstamos e inversiones en los ferrocarriles y el resto de su cartera estaba formado por deuda pública. Los ferrocarriles eran a la banca de entonces lo que los activos del ladrillo a la de ahora. "El fracaso económico de las compañías de transporte ferroviario empujó al abismo a las entidades que las financiaban. Un déficit público rampante y desbocado, que presionaba fuertemente al alza los tipos de interés y, por consiguiente, a la baja las cotizaciones de la deuda pública y el resto de valores mobiliarios, dio la puntilla a las sociedades bancarias", continúan Carreras y Tafunell.

El único pánico bancario de España

Eso dio lugar a uno de los pánicos bancarios que han ocurrido en España: no el primero, pero sí idéntico en un marco y sustema en que muchos de los banqueros de entonces continuan siendo parte del ataque actual del capitalismo imperial y plutocrático, resumiendo, el fascismo de sus monarquías unidas. El público acudió entonces en masa a las ventanillas de las oficinas a retirar los depósitos y a reclamar la conversión del papel moneda en metálico y de los 60 bancos existentes solo sobrevivieron una quincena, de los que solo tres o cuatro eran importantes.

Los paralelismos son evidentes, las pruebas claras, y los delincuentes y cómplices son todos conocidos, así como sus descendientes.es la misma guerra, en tal vez el definitivo enfrentamiento, y los frentes están en todas partes, desde el precio inmoral de la gasolina hasta los recortes sociales o la corrupción de una clase gobernante al servicio de las oligarquías, es decir, de sus propios y exclusivos intereses. El resto somos sólo carne de cañón y esclavos imprescindibles para servirles. 

El que sepa, que lea, entienda y actúe. Ars longa, vita brevis: carpe diem!

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