¡Limosna para embaucar!

El orondo y desvengorzado representante de las Cajas de Ahorro ha hallado la solución perfecta para evitar que sus pisos, esas barracas verticales mal construidas, tasadas por ellos mismos como si tuvieran derecho a cédula de habitabilidad y vendidas luego a precio de lujo con hipotecas a 40 años, no bajen de precio; para que “su mercado” no se deprecie, y con él la excusa sobada y zafia para seguir robando, especulando y cobrándose prebendas propias de la mafia organizada más prepotente, la camorra más grosera y barriobajera.
Que paguemos, pide el sinvergüenza, los que no caímos en su trampa, comprando pesetas a euros, y que cubra el estado “la deuda hipotecaria de los que no pueden pagar” ¡¡¡¡C..., H...., QTFUPCTPM!!!!
Dicho más claro, lo del sinvergüenza: el estado, con los impuestos de los asalariados, debe pagar la deuda a los que compraron por encima del valor real y de sus posibilidades, ayudando con su estupidez a inflar la burbuja de sus amos, “para que éso les permita mover el consumo con lo que se ahorrarán de la hipoteca”.
Y, al muy canalla, no se le cae la cara de vergüenza porque la tiene enganchada con l’oreal de la chusma betancuria, asesina de güanches y de ballenas. No hay buitre sin carroña.
Esa es la gentuza a la que mantenemos con trajes de oro y farras de borrachos.
Los mismos incompetentes que debían haber previsto y evitado la situación de estafa generalizada, los mismos que la provocaron y que engordaron su corrupción multiplicando sus premios, mientras mantenían la precariedad laboral en competencia salvaje con una inmigración sumisa y esclava, dispuesta a todo por cualquier limosna, o sólo por la ilusión de una identidad, unos papeles, unos derechos, un reconocimiento de humanidad.
Un derecho que les negaron y niegan los mismos que dicen preocuparse por las crías humanas que no podrán pervertir, manosear, manipular, educastrar, someter y envilecer desde sus púlpitos, burdeles y cuevas de ladrones. Porque los linces arañan, monseñora...
Los mismos degenerados que ni siquiera pagan IRPF ni IVA, con sus chanchullos públicos y evidentes, sus contabilidades estilo Rato, sus sueldos inmerecidos e incompetencia demostrada, exigen que nosotros les paguemos las próximas nóminas, los próximos botines, la próxima tajada, que no sea menor que la anterior, en nombre del dios de los asesinos, del dios de los ladrones, del dios de los pederastas, del dios de los austríacos nazis que se niegan a levantar el secreto bancario, en medio de la mierda general europea con capital en la corrupta y degenerada Roma, madre de todas las rameras y de todos los vicios que la inmoralidad, la codicia y la impudicia generan. ¡Los asesinos dan lecciones a los carniceros!
Y mientras ellos roban y claman por robar más aún, quieren que los que no creímos en los fascistas aznares ni en socialistas de las JONS, y nos jodimos con la mierda accesible, reduzcamos más nuestras menguas pagas africanas y tercermundistas, a cambio de las migajas del amo, de la esclavitud consentida y agradecida por las masas babosas de ugetistas y economistas de salón de damas, resignados al designio del amo.
Cuando el capitalismo ha mostrado al mundo su cara y su culo, sus vergüenzas más secretas, vienen los mismos gurús que les manejaron, les lavaron el cerebro y les condujeron babeando hasta el pozo, a repetir el mismo discurso trasnochado y embustero. Los mismos cretinos de cara dura y conciencia criminal aconsejando a los ladrones la misma técnica, tan vieja y útil, los mismos remedios que nos condujeron hasta esta miseria: descapitalizar al pueblo, a la sociedad entera, reduciendo la oligarquía de los grandes criminales a una breve lista, con el mercado mundial barato a su disposición, como un bufet libre en la fiesta de la matanza de los esclavos.
Y los lacayos sumisos, llamados políticos, que maman de la ubre enchufada y no de la teta que se ganaron, se arrastran ante el amo alemán, judío, japonés o ibérico, cual suplicantes y plañideras, en vez de alzarse unidos con todos los sindicatos y plantar cara a la cohorte de mangantes que en este país de chorizos se llaman empresarios en vez de ganado porcino.
El año pasado muchos salarios ya redujeron su poder adquisitivo, cuando debían haber recuperado lo mucho perdido y atrasado. Muchos nos desgañitamos entonces, explicando que los salarios no generan inflación, sino que son los motores del consumo: Sólo aumentando el famélico poder adquisitivo de los asalariados se pondrá de nuevo en marcha la máquina del mercado, de todos los mercados de todos los pueblos.
Y reduciendo a su valor real lo que cuesta mucho más de lo que vale, es decir, reduciendo el abusivo y fraudulento beneficio empresarial.
Pero a ellos sólo les interesa un mercado: el suyo.
El de las grandes cenas que pagamos nosotros, el de los sueldos robados, el de las manos sucias de sangre y hambres ajenas, el de creyentes y esclavos sin conciencia, sin decencia ni humanidad, como sus amos.
Ellos nos quieren sin salario, sin derechos, sin casa, sin sindicatos ni partidos que nos defiendan, con que refugiarnos y sobrevivir a su violencia y su saqueo ilimitados.
Pero nosotros, yo al menos, ni quiero, ni trago, ni estaré donde y como quieren ellos.
No les ayudaré a convencer a nadie de las falsas bondades de sus parches, para engañar y engañarnos por enésima vez con sus turbios milagros y sus bacanales litúrgicas, con sus soluciones de reparto de poltronas.
Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.
Y cuando digo nosotros hablo sólo de los comunistas, de la clase trabajadora consciente. De nadie más.
Mejor la tibia y calma soledad que la fría servidumbre criminal, cómplice y culpable de los comulgantes.

(A Soledad Real, comunista, compañera, persona,
y a Silvia, que hoy me lleva aguantando ¡20 años!).

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